Desde hace siglos, la
cerveza aviva las pasiones y es objeto de grandes cambios. En el corazón de las
abadías, los monjes realizaban diferentes experimentos y un trabajo arduo para
la elaboración de esta bebida ancestral.
Participaron en su
reconocimiento y justificaron su consumo habitual mediante el refrán «liquida
non frangunt jeunum*».
Para ellos, cualquier
momento era una oportunidad para deleitarse con esta preciada bebida: las
cervezas «simples», ligeras; las cervezas «dobles» y, por último, las «triples»
reservadas para ocasiones especiales.
Las monjas, de alguna forma
más ignoradas, también elaboraban cervezas de gran calidad y fueron
protagonistas de importantes hallazgos.
En el siglo XII, Hildegarde
de Bingen descubrió las virtudes del lúpulo y, en concreto, su poder
conservante y su delicioso amargor. Rápidamente, gracias a los descubrimientos
de Hildegarde, el lúpulo remplazaría el fruto simple y daría su ímpetu a la
cerveza. Esta erudita aventajó también a los monjes dejando por escrito las
primeras recetas de cerveza.
Gracias a ella, estos
hallazgos inestimables sirvieron de inspiración a los monjes durante mucho
tiempo.
La gama NONNE (monja, en
francés) rinde homenaje a Hildegarde y a estas religiosas olvidadas que
supieron crear la cerveza tal y como la conocemos hoy. Tiene su origen en su
genialidad y recupera unos conocimientos cerveceros durante tanto tiempo solo
atribuidos a los monjes.
El
alimento líquido no interrumpe el ayuno